Problemas de los cultivos transgénicos

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Allí donde se ha implantado, el cultivo de transgénicos se asocia con un incremento exponencial en el uso de herbicidas, la expansión de monocultivos y un aumento en los costes a lo largo de la cadena alimentaria. Los impactos sociales, ambientales y económicos son graves. Contribuyen a que pequeños campesinos y campesinas pierdan sus tierras y su modo de vida, al tiempo que fracasan en aliviar la pobreza.

La oposición ciudadana ha conseguido que los cultivos transgénicos no se extiendan por Europa. Se siembra tan solo un poco de maíz transgénico, casi todo en España, para producción de piensos. Sin embargo, la agroindustria ha solicitado la aprobación de docenas de nuevos cultivos transgénicos en la Unión Europea, y la Comisión someterá a consideración este año la aprobación de 25 nuevos transgénicos para su cultivo. Estos transgénicos son o bien resistentes al herbicida RoundUp, o bien producen su propio insecticida. Las variedades en cuestión son maíces, soja y remolacha transgénicas. Estos cultivos constituyen una enorme amenaza para un modelo sostenible de agricultura en Europa, para nuestro derecho a decidir y para el medio ambiente.

Prácticamente todos los cultivos transgénicos presentan una de estas dos modificaciones: están modificados genéticamente para ser resistentes a herbicidas químicos, o para que la planta produzca su propio insecticida. Los cultivos resistentes a herbicidas incrementan el uso de herbicidas, aumentando los costes para agricultores y agricultoras, y generando problemas ambientales, de contaminación y para la salud. Este es un problema especialmente grave para las comunidades más desfavorecidas que viven cerca de las grandes explotaciones con cultivos transgénicos en países del Sur. Por su parte, los cultivos insecticidas producen de forma constante toxinas, incluso cuando no son necesarias, y pueden matar de forma indiscriminada a otros insectos beneficiosos para el medio ambiente.

Control por parte de unas pocas multinacionales

Los cultivos transgénicos están patentados, permitiendo que la investigación, la mejora de semillas, y el conjunto de la cadena alimentaria de cultivos transgénicos esté controlada por un puñado de empresas multinacionales como Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow. El mercado de los cultivos transgénicos está dirigido al deseo de estas empresas de vender herbicidas al tiempo que venden semillas, en una agresiva espiral en busca de beneficios. Los cultivos tradicionales y las variedades locales, en combinación con técnicas modernas de mejora de semillas son siempre alternativas más baratas y mejor adaptadas a las condiciones locales.

Contaminación constantemente

El cultivo y comercio de transgénicos añade costes no solo para las personas productoras, sino también para las empresas de la cadena alimentaria ecológica y convencional, así como de la producción de piensos. Los costes de mantener las semillas, cultivos y alimentos segregados de las variedades transgénicas para evitar contaminación recae en la parte de la cadena que no quiere utilizarlos. Esto supone una grave injusticia, ya que carga los costes sobre la víctima, y no sobre el que contamina.
Los cultivos transgénicos no contribuyen al alivio del hambre o la pobreza

Las constantes promesas de la industria sobre la capacidad de los cultivos transgénicos para afrontar los crecientes problemas sociales a nivel global son simplemente un mito: aún no hay ni un solo cultivo transgénico comercial modificado para mejorar los rendimientos, o tolerante a la salinidad, con mejores cualidades nutricionales o con otros rasgos %u201Cbeneficiosos%u201D. Los cultivos transgénicos se reducen a unos pocos países con un sector agrario altamente industrializado, donde estos cultivos transgénicos industriales se producen para su venta en los mercados internacionales de textil, alimentación animal y agrocombustribles, no para alimentar a la población.

La gran mayoría de la opinión pública europea se ha dado cuenta de que los cultivos transgénicos no ofrecen ningún valor añadido. Tan solo suman riesgos ambientales y para la salud. Varios Gobiernos europeos han prohibido el cultivo de transgénicos. Hay regiones declaradas libres de transgénicos en casi todos los países europeos, algunos prácticamente al completo. Todos los grandes supermercados europeos y empresas de alimentación retiraron los alimentos que contenían transgénicos hace más de 10 años. Pero como ahora la Comisión Europea está considerando abrir las puertas a más cultivos transgénicos en Europa, estas páginas quieren presentar algunos de los peligros que plantean, y defender una agicultura y alimentación que proporcione un medio de vida digno y una comida sana, que proteja nuestra biodiversidad y que no contamine el medio ambiente.

http://www.stopthecrop.org/es/problemas-de-los-cultivos-transgenicos

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